lunes, 12 de septiembre de 2011

Todo se enfrió, la mirada de ella en su rostro y él se enfrío por el duro diciembre

Qué si, que te echo de menos, y este menos sólo va a más.
Te besaba y el pretérito imperfecto me recordaba a ti. Julio proponiendo guerra a fuego lento y agosto ahogado en un café de domingo. Tras las gafas de sol y en el mismo bar, ella seguía pensando en él. Con el corazón atrancado en un viernes con copas de más, pensaba en subirse en unos tacones sólo para ver si sus piernas infinitas captaban su atención... Pero sin darse cuenta ya era domingo. Y aunque su cabeza seguía en el banco donde se solian contar historias, en el mundo real su café se estaba enfriando... Casi, o más que ellos... Pero en ese instante, ella levantaría la mirada. Y allí estaría él. A dos pasos, pero a años luz. Y aunque se estuviera volviendo loca en secreto, era obvio que él no iba a volver. Nada. No hubo nada. Ni un cruce de miradas ni un intento de sonrisa que la hicieran sentirse mejor. Y como dos desconocidos, se abandonaron. Nunca entenderé por qué.

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