sábado, 22 de febrero de 2014

Sobraban las alarmas y los dichosos despertadores.

Desperté y estaba a mi lado. No habia mejor despertador que su respiración a mi espalda. Cuando le miraba era como mirar al infinito, no habia forma de entender cómo podía ser tanto. Sonreía y el mundo se paraba a contemplarle y si se reía, la primavera se ponía en pausa para escucharle. Tenia los brazos de los abrazos perfectos en el momento adecuado, o sea, siempre. Era tan perfecto que los defectos que él se veía, para mi, eran virtudes. No había mejor manera de vivir que mirarle a la cara cuando estaba serio, cuando se mordía el labio con ganas de gritar 'hazmelo' y simplemente era perfecto. La luz siempre iba a juego con él. Y el tiempo y los lugares. Nunca pensé que saltar al vacio pudiese tener un aterrizaje tan bonito. Pero ya no quiero saltar más, me gusta este vacio que ahora está tan lleno. Lleno de ganas, de besos, de sexo. Y de amor, de mucho amor.

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